La búsqueda del bienestar para lograr una correcta relación entre un mundo vivible, viable y equilibrado, es una ecuación que es difícil de conciliar muchas veces. Cuando hablamos de sustentabilidad pensamos en la relación entre la naturaleza y sus recursos dentro de un ambiente social, económico y ecológico.
La sustentabilidad representa en sí la acción del cambio de valores en nuestra relación con el entorno mientras que la sostenibilidad (otro concepto que muchas veces aparece como sinónimo, y no lo es) es el modelo que mantiene un balance entre los seres humanos y la sociedad sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones. Cuando hablamos de un concepto sostenible nos referimos a aspecto de infraestructura, procesos históricos de desarrollo, cambio social.
Pero la sustentabilidad hace mención a la superestructura; a cómo el ecosistema funciona entre el gobierno, instituciones, empresas, recursos naturales y la relación entre cada uno de las personas que lo compone. Para esto se requiere que exista una necesidad palpable para procurar y planificar el consumo de nuestro alrededor que garanticen su existencia.
En este punto surgen interrogantes sobre el grado de compromiso y responsabilidad sobre el cuidado y la planificación que tanto los estados, organizaciones y las personas tomamos en estos temas.
Estamos en un mundo en el que la solidaridad, el emprender y el trabajo en equipo, requiere de una planificación estratégica capaz de ahorrar tiempo y analizar todas las partidas sociales, ambientales y económicas que conviven en un ecosistema de producción y desarrollo sobre los diferentes ejes que componen nuestras vidas. Lograr la capacidad de conectarnos y entendernos, es muy importante en estos procesos. Es hora de establecer objetivos colectivos comunitarios porque aportan al desarrollo social y equidad.
A nivel deportivo tomar nuestra parte de responsabilidad también es posible, y tiene que ver básicamente con las elecciones. El Maratón de Londres, por ejemplo, dio el año pasado un paso importante en la reducción de plástico con el uso de las botellas de agua, mutando a una opción desarrollada por una start up que genera líquidos en bolsas comestibles a base de algas.
Otro caso son los Juegos Olímpicos, que también han orientado sus medidas a la reducción del plástico, comprometiéndose a reducir el volumen de uso para su edición 2021. Por supuesto, las decisiones deben ir más allá que meros compromisos. Mucho tiene que ver por ejemplo la comunicación, y la difusión sobre la construcción de los mensajes que promuevan la conciencia personal y colectiva sobre estos temas.
Qué hacer desde lo personal, primero asumir que las transformaciones no son radicales, requieren de un proceso, en el que hay que ir dando pequeños pasos para dejar cada vez menos huella en el ecosistema. A nivel deportivo, que te podemos recomendar:
- Deposita tus residuos en contenedores, y si no, llévalos contigo.
- Si usas bicicleta, utiliza pegamentos ecológicos, a la hora de arreglar los pinchazos.
- Reduce el uso del magnesio a la mínima expresión.
- Ten conciencia ecológica a la hora de escoger las pruebas en las que compites y las marcas de las que compras artículos: conoce si son empresas con política de sostenibilidad, si son respetuosos con el medio ambiente a la hora de diseñar circuitos, por ejemplo.
- Si eliges competencias al aire libre, evita rutas que atraviesen espacios sensibles, ni crees nuevas rutas allí donde no las haya.
- Trata, en la medida de lo posible, de dejar las zonas por las que entrenas tal y como estaban antes de llegar.
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