Caminar es una acción que nos lleva a la búsqueda involuntaria de algo, avanzar hacia un deseo, una oportunidad, pasos, sólo pasos, o quizás algo más ...
Cuando esa acción la hacemos en la naturaleza, hay una dinámica distinta que nos arrastra a seguir el movimiento de lo que ahí sucede, cada quien traducirá esa energía como mejor conecte con sus emociones.
Si el viento es parte de ese paisaje, seguro te atrapa, y hasta te puede dejar sin aire, parece absurdo, pero aire mata aire. A veces también, puede ser un reto a batir, atravesar su flujo constante, su sonido susurrando algo indescifrable, atravesando o atravesandote, agitando el pelo, batiendo palmas en el ir y venir de su propia lógica, calma y tempestad.
Así vamos cada uno de nosotros sorteando lo que nos sucede, avanzando, conscientes de que no estamos solos en este universo, incluso cuando pensamos que lo estamos, porque cada cosa que flota, cada piedra, cada hoja, nos impacta. Cuando la naturaleza conecta con uno siempre pasan cosas.
A veces me gusta recordar que sólo soy una más, en la infinidad de elementos que se mueven alrededor de mi energía, dispuesta a volver a comenzar a cada paso.
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