Julio Cortázar es uno de mis autores favoritos, uno de los libros más reconocidos, después de Rayuela, podríamos decir de manera arbitraria que es, “Historias de cronopios y de famas”. Sin entrar en grandes explicaciones y tratando de simplificar el universo de esta obra literaria, digamos que se trata de una serie de relatos fantásticos que se construyen en base a ciertos tópicos y componentes surrealistas. Para mí es una manera metafórica, inteligente y divertida de hablar de lo real. Podríamos decir algo así como ironizar sobre la cotidianidad con un alto componente de sarcasmo e ironía.
La obra se divide en 4 partes, la primera es un Manual de Instrucciones, la segunda trata sobre ocupaciones raras, sobre el mundo laboral y las "ocupaciones", la tercera se denomina, material plástico y describe lo engañoso o impredecible que pueden resultar algunas certezas . La última, y el punto de esta entrada, hace referencia expresa a tres tipos de personajes: los Cronopios, los Famas y los Esperanzas, desde una visión critica no a los personajes sino al sistema que los contiene, intenta bosquejar como cada uno se mueve frente a las oportunidades, la calidad de vida, las formas de disfrutar y las distintas maneras que tienen de interpretar la realidad.
Uno de esos cuentos se titula Viajes y cuenta lo siguiente:
Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras.
El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.
Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".
Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.
Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.
La pregunta es, ¿qué somos nosotros cuando viajamos?, famas, cronopios o esperanzas? Qué rescatamos en el camino, cómo capturamos un momento, qué disfrutamos en el trayecto. Ojalá compren el libro y se lo lleven un día de viaje.
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