En general, todos los entrenadores personales deberían tener conocimientos avanzados del ejercicio, la biomecánica, la fisiología, la anatomía y la capacidad de diseñar programas de ejercicio. Ahora bien, existe un conjunto de habilidades que también deben tener, especialmente las blandas (soft skills).-
Este tipo de habilidades son tan valiosas como el conocimiento técnico que pueda tener un entrenador. De hecho, si no las tiene puede que no tenga éxito, debido a que en el trabajo se interactúa a diario con personas y grupos de gente.
Si bien hay muchas habilidades blandas, las más comunes sirven para demostrar la habilidad del profesional para relacionarse con sus deportistas y liderarlos efectivamente hacia el cumplimiento de sus metas.
Flexibilidad o Adaptabilidad: Ya que en esta profesión se trabaja de cerca con personas, es importante que el entrenador pueda ajustar su horario y enfoque dependiendo de cada deportista. Puede que un cliente sufra un percance, por lo que probablemente se deba reagendar la sesión de entrenamiento o cancelarla.
También es probable que lleguen tarde sin avisar, así que hay que saber adaptarse para mantener una buena relación con las personas que se entrena Aunque existan ciertas pautas y responsabilidades del entrenador para con el deportista y viceversa, existen circunstancias inesperadas que pueden cambiar los planes, por lo que se debe mantener la flexibilidad.
Comunicación interpersonal: No hay que ser un experto en comunicación para expresarse bien con los demás, basta con saber comunicarse de forma abierta, clara y transparente con las personas que se entrena y los colegas.
Este aspecto cobra aún más importancia con el auge de las comunicaciones por internet y otros medios, ya que no se cuenta con el lenguaje no verbal y otras herramientas que pueden ser útiles.
El contenido de cada mensaje y la forma en cómo se expresa requiere meticulosidad de parte del profesional, para evitar malentendidos y asegurarse de que el mensaje recibido tal como se quiso expresar.
Resolución de problemas: A veces los aficionados al deporte no pueden cumplir con el plan de entrenamiento o se estancan por alguna razón. Por lo tanto, se deben ofrecer ejercicios sencillos o rutinas de estiramiento que puedan usar mientras están de viaje o no tienen tanta motivación. También aplica para las personas que sufren de alguna lesión o están retomando el ejercicio después de superar una enfermedad. Asimismo, es posible que un deportista se presente para un entrenamiento sin la concentración que necesita, por lo que no debería haber problema con salirse brevemente de la rutina y sugerirle una actividad diferente. Por ejemplo, si la persona ha tenido un mal día, puede que sea mejor que haga yoga en vez de entrenamiento con pesas. Networking: Aunque muchos entrenadores trabajan de forma individual con personas o grupos pequeños, no deben descuidar sus contactos profesionales y las referencias que puedan obtener. Es importante que dediquen un tiempo a construir una red con otros profesionales de la salud o el ejercicio, con el fin de atender mejor a los deportistas. Además, las personas que uno conozca pueden ofrecer oportunidades de aprendizaje, especialmente si se tiene un enfoque de querer aprender.
Creatividad: Al momento de diseñar un plan de entrenamiento, se toma en cuenta tanto las habilidades como la creatividad, debido a que cada persona es única, por lo que cada programa tiene que ser personalizado. Cuando se hable de las metas con los deportistas, es bueno mostrarle varios modelos o estilos de entrenamiento para identificar el mejor enfoque. Por último, no hay que temer a intentar algo nuevo que pueda aportarle un toque entretenido a la sesión de ejercicios. A medida que pules tus conocimientos técnicos, no olvides desarrollar tus habilidades blandas e identificar áreas de crecimiento personal.
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