Las mujeres tienen una tendencia universal a la auto exigencia, quizás tenga que ver con el mundo en el que vivimos y crecimos, aquello cultural, social e histórico que nos constituyen como seres que buscan superarse, que ven en cada lugar un espacio de motivación en el que siempre nos estamos planteando algo que hacer, como parte de un plan o un proyecto . Vivimos en un mundo en el que debemos demostrar y demostrarnos que podemos encarar con éxito la superación de obstáculos, ser multifacéticas, con altos niveles de adaptación, entre otras muchas cosas.
Es común escuchar a mujeres que practican el running y te cuentan historias que atraviesan un mismo camino, que inician ingresando a la actividad con una gran presión, en relación con las exigencias de lograr estándares físicos y estéticos, o como canal para conseguir metas y superar tiempos cada vez mayores. Buscando generar mejores resultados con nuestra salud o con nuestra alimentación, vamos siempre detrás de alguna meta auto impuesta.
Hasta que después algo sucede, quizás un alerta que nos viene de afuera, que nos detiene y logramos entender que el deporte puede ser un espacio de placer que suma a las propias exigencias diarias un plus sobre otras cosas que nos proponemos hacer.
Muchas veces se nos dificulta vincular el disfrute a una actividad que nos sume algo más que retos, que nos permita darnos un espacio para nosotras asociadas a nuestro propio conocimiento. En este contexto nace a nivel mundial una tendencia que busca promover grupos de mujeres a las que les gusta correr sin competir, que se unen simplemente porque tienen ganas de pasarla bien juntas mientras corren.
Mujeres que se juntan y buscan mejorar su bienestar que necesitan despejar sus cabezas, liberarse por un rato de sus obligaciones cotidianas y sentirse parte de un grupo heterogéneo en el que todas persiguen un mismo objetivo: pasarla bien.
Esta movida, no permite observar cada vez más mujeres se juntan una, dos o tres veces por semana en el barrio a entrenar y correr durante una hora. Ninguna clase es igual a otra y los recorridos van cambiando, se trata de buscar rutinas que sumen versatilidad a las propuestas y que motiven no solo las ganas de juntarse y compartir un tiempo, sino la necesidad de hacerlo.
Correr tiene muchas variantes positivas para el cotidiano como el control de la ansiedad, la concentración, nos ayuda a mantener en equilibrio en nuestros días, facilita el descanso nocturno. La práctica del running además deviene en otros cuidados por defecto como por ejemplo la alimentación, favorece el control de enfermedades como la hipertensión y la diabetes, facilita la actividad cardíaca y mejora la coordinación física, pero hacerlo de este modo permite además sentir el cuerpo de una manera novedosa, asociada al disfrute sin exigencias extremas.
Por otro lado, hacer actividades grupales nos saca del aislamiento social que muchas veces tenemos y que nos impone la rutina y las grandes ciudades. Este intercambio con otros contribuye al autoconocimiento, a potenciarnos entre las que compartimos estos espacios, buscando nuestras fortalezas en grupo.
Socializar nos alienta a generar vínculos entre personas, que de por sí no necesariamente nos relacionaríamos, sino compartiéramos este tipo de propuestas que nos animan a estar con otros compartiendo la vida.
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