Mirar el Mar

Un viaje es un descubrimiento no sólo de un lugar, de un paisaje, de personas, de otras formas de vida, de otros ritmos, es verte de otro modo, es aceptar que la vida puede ser diferente.
Un viaje es romper con lo cotidiano, es dejar de ser él de todos los días para cambiar la rutina y darte un espacio. Quizás no necesites algo extraordinario, solo detenerte y observar, el resto sucederá solo.
A veces uno cree que el contexto no nos afecta pero resulta que sí, que lo que nos rodea bueno o malo nos atraviesa y nos hace ser de algún modo, nuestra mejor o peor versión. Un viaje es transportarse a otras coordenadas, es modificar la perspectiva de tu propia mirada, es retomar el curso y tomar nota.
Movernos dentro del tablero aunque sea por un rato, correr, liberarse de los condicionamientos y ser capaz de darte el momento, de buscar adentro tuyo las respuesta, aceptando que ahí están e invariablemente seguirán reclamando ser escuchadas. Nada calla nuestra propia voz, ni siquiera el paso del tiempo.
Mientras el viaje sucede, sentirás que todo se detiene, lo importante es no dejar que nada altere ese momento, y la libertad de disfrutar todo lo que ahí sucede sin pensar, aunque lo estés haciendo, porque las cosas que no tienen nombre pasan y se sienten.
Viajar, a veces, se trata de darte la oportunidad, sin mas objetivos ni pretensiones que mirar el mar.