En estos últimos días hemos sido testigos de distintos eventos deportivos ocurridos en diferentes partes del país, con kilómetros más o menos, con mayor nivel de difusión mediática y reconocimiento frente a otras gestionadas con apoyos locales, menos difundidos pero no por eso menos reconocidos. Hemos escuchado muchos relatos y comentarios, crónicas o notas que destacan la importancia de la preparación física, la necesidad del entrenamiento previo y sostenido, la reivindicación de la pasión por correr en todas sus formas, en el marco de lo que podríamos denominar el eterno aprendizaje.
Cómo se construye el desafío que implica armar un camino que con esfuerzo y dedicación se planifica, se diseña para llegar ese día lo más entero posible. Vivir una carrera, atravesar esos kilómetros y ser parte de toda la movida, es el colorarío de un proceso de meses, que tiene entre sus finalidades el disfrute de estar ahí corriendo ... por más duro que sea pasar por la experiencia.
Pero ser parte de esa aventura, es también lanzarse en algún puto al vacío, porque siempre puede surgir lo imponderable, las impensadas reacciones de tu cuerpo, lo fuera de cálculo, aquello que funciona siempre y que de repente, ese día, dejo de ser efectivo. Tu cabeza que no responde, un ritmo al que no se llega.
Qué es lo que importa?, el proceso, el viaje, la llegada, la competencia personal, la medalla ? Qué cosas tienen mayor valor, qué nos brinda mayor satisfacción?. Con qué se sienten más representado, más identificados.? Sin dudas existen tantas respuesta como personas corran. Todas las vivencias son maneras singulares de conectar con esa pasión y con el reto personal que cada uno se traza.
Estar ahí con otros compartiendo eso que te gusta, la infinidad de historias que se cuentan y las distintas maneras de alcanzar una meta, los posibles e indescriptibles sentimientos que atraviesan a aquellos que cruzan la linea de llegada. Los abrazos, los llantos, las dedicatorias, las decepciones, las frustraciones. Lo bueno y lo malo, el aprendizaje, las cosas para cambiar, las que no volverían a repetir. Un universo heterogéneo de maneras de vivir y experimentar el running.
Correr tiene un punto de partida conocido, el día que decidís calzarte las zapatillas y salir a la ruta, a la calle o a la montaña pero lo que no esta del todo claro es como será ese procesos, como ira mutando a través del tiempo, que te sucede en el mientras tanto, cuantas cosas te quedan por aprender y cual será la pròxima meta. Correr es como la vida, arranca un día sin saber como, ni donde termina.
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