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La Naturaleza se impuso en el Ushuaia by UTMB

Actualizado: 10 abr 2019

Hacer algo por primera vez plantea ciertos parámetros que son a veces difícil de dimensionar previamente a la acción concreta. Si bien es cierto que la marca Mont Blanc tiene años llevando adelante, de manera internacional, quizás la mayor carrera de Ultra Trail del mundo, iniciar el proceso de abrir una nueva plaza representa siempre nuevos componentes y desafíos.


Haber generado este evento en distintos lugares del mundo brinda la posibilidad de contar previamente con información, aprehender y planificar, de ahí las exigencias que sabemos tuvieron que cumplir quienes se largaron a tomar el reto a nivel nacional. Pero también es cierto que los lugares varían, los contextos también, y esto inevitablemente hace que no todo pueda ser replicado, ni que las cosas vayan a funcionar con la misma lógica o criterio.


La complejidad de este tipo de carreras además juega con otro componente que tarde o temprano se impone: la naturaleza y su geografía. Generar condiciones con cierto criterio previsible supone una doble exigencia, que se debe compaginar entre los propios requerimientos de la competencia, cómo, por ejemplo, generar circuitos técnicos en consonancia con los que solicitan los dueños de la franquicia, pero también, compatibilizarlos a nivel local, con los riesgos que implica elegir un punto geográfico con características tan especiales como las que presenta Ushuaia.


Un lugar que en estos días tuvo una frase que la identificaba. Cada lugareño me decía, una y otra vez, las “condiciones climáticas a estas alturas del año siempre son así, variables”. Nadie parecía estar sorprendido salvo los protagonistas. De 10 habitantes de Ushuaia con los que hable, 10 me dijeron que las condiciones climáticas en esta época del año, primera semana de abril, son las que se presentaron. Sucede invariablemente, “hace frío y llueve”. Nadie va a negar que el clima altera cualquier ecuación y esta como dato factico de la realidad siempre termina imponiéndose.


Si analizamos las estadísticas totales de la carrera hablamos de 856 corredores, los que finalmente salieron de la zona de largada, sobre un número máximo previsto de 1000, que si bien no es el registro que tiene esta competencia en sus otras versiones, parecía ser un número que permitiría cierto dominio de la "empresa", considerando las condiciones particulares de la misma, con mayor margen de maniobra. En las competencias de 130k y 70k la deserción fue importante, mucho más en la ultra que llevo un 58% de abandonos.


Si bien todo el proceso de acreditación presento sobre todo en las primeras horas de ambos días, dedicados a estos menesteres, altos niveles de exigencia, en cuanto a los requerimientos en torno al equipamiento. Puedo contarles que vimos gente yendo a comprar camperas porque las que llevaron no eran aptas, o algunos que corrieron la misma suerte con los guantes, o el armado de las


En esta instancia empieza a jugar un rol fundamental y muchas veces subvalorado: el componente humano. De ambas partes por supuesto, de quien organiza y también de quien corre y pone el lomo en la travesía. Dejar que el criterio se imponga y estar plenamente conscientes de la dimensión del asunto es de sentido común, pero a veces esto no sucede. Por eso nunca está de más reforzarlo por parte de quienes tienen la responsabilidad de llevar sobre sus espaldas esa misión.


Hay un dato de la realidad que es 100 % acreditable, y que tiene que ver con las condiciones en las que salieron los corredores, haber contado con la indumentaria adecuada, otorgaba un plus. La posibilidad de llegar en mejor estado cuando cae la noche y nos encuentra ya irremediablemente empapados, en el medio de un cerro frío, nevado y altamente resbaladizo, con escasa visibilidad y complicados físicamente por estar en el tramo final de la carrera, eso termina defiendo la diferencia en los últimos kilómetros. Haber estado en las instancias previas mejor preparado sin duda sumaba.


Seguro que el análisis cambia radicalmente si lo hacemos sentados en el lobby de un hotel y subestimando un componente tan complejo como es el clima y su incidencia en un proceso de alta exigencia física.


24 horas antes de dar inicio a la carrera, las cartas estaban echada y mucho no se podía hacer, en este punto entiendo, la organización como dijimos en una entrada anterior se jugó al mejor Plan A que podían ofrecer, cambiar las trazas de mayor recorrido y generar circuitos con menor nivel de altitud, reduciendo riesgos. Tratando de dar una charla técnica, que fue rigurosa en las advertencias, pero quizás no tan contundente anticipando las condiciones reales de la geografía alterada por el clima.


Un punto de lo más difícil de atravesar y mencionado por cada uno de los que llegaban, fue la escalada del último cerro denominado del “Medio”, parte de la traza de los cuatro circuitos. Sobre todo, para aquellos que lo hicieron cuando ya era de noche (corredores de 70 y 130), pero el cerro les tenía preparado un lado B mucho más “jodido” que el primero: el descenso. Mucha nieva en la cima, terreno resbaladizo y oscuridad; al que posteriormente se sumó atravesar el bosque, con mucha agua, llevando a los corredores a niveles de exigencia física extremas cuando estas con más de 10 horas de competencia en cima. Quizás se debió evaluar sacarlo del circuito.



Cuestiones positivas, el sistema de checkpoint novedoso con doble chip de seguridad, la mejor predisposición y alegría de los voluntarios, el involucramiento de quienes estaban en la organización acompañando hasta el último corredor cuando llegaba, la ducha caliente, el guiso de lentejas o la sopa caliente. El kit de la carrera, remera, polar, gorra y calcomanías. Cuestiones que son detalles pero que hablan de que alguien pensó en eso.


El acompañamiento de la ciudad, en el proceso de organización. Varios grupos como defensa civil, transito, bomberos, gendarmería, acompañaron. Otra cosa que podemos destacar es que en todo momento al atravesar las calles dentro de la ciudad la gente acompañaba a los corredores alentándolos y dándoles ánimos para seguir.


Entendemos que a puertas cerrada la organización evaluará los resultados, y analizará ampliamente cada pieza que conformó este trabajo que les llevo algo más de dos años delinear. Pensará también en las inclemencias del tiempo vinculadas a la estacionalidad y su impacto, confiamos que la revisión permitirá ajustar cuestiones que aseguren una mejor performance en la próxima edición.


Podríamos seguir analizando una infinidad de detalles y seguramente las versiones de aquellos que protagonizaron esta aventura, seguramente dará cuenta de historias diferentes, dependiendo de muchas razones, personales y de vivencia. La ventaja que tienen hoy aquellos que llevaron adelante la enorme responsabilidad de gestionar todo lo que implicó el armado de este evento, es que lo han atravesado, con sus más y sus menos.


Hacer algo por primera vez supone de alguna manera ir hacia lo imprevisible y asumir los riesgos. Mas allá de los pro y contras que acabamos de ilustrar queremos felicitar a todos los que participaron de esta competencia, sabemos que todos pusieron desde su lugar y su función lo mejor, hay cosas para mejorar cómo siempre, y confiamos en que el próximo UTMB las tenga en cuenta. Ushuaia se merece más de este evento.

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