Despertar una y otra vez, ubicados en el mismo día. Saber qué sucederá al transcurrir de las horas con precisión y exactitud suiza. Ver pasar la película, anticipando la acción y la reacción.
Qué haríamos nosotros frente a una situación así, atrapados en el tiempo. Cualquier parecido con la realidad.... Desearíamos tener quizás: infinitas oportunidades de corregir nuestros errores, mutar nuestro destino. Miraríamos por la ventana cada mañana buscando el aliento que no encontramos dentro o quizás encontremos en ese interior lo mejor de nosotros para enfrentar él afuera. Lo hicimos bien hasta acá o fuimos un desastre, y hay que recapitular.
Sin quererlo estamos atravesando dimensiones diferentes a las conocidas en materia de tiempo, memoria, sentimientos, y en definitiva tratando de encontrarle a lo mejor, otro sentido a la vida.
Al mismo tiempo estamos en dos planos diferentes, el social general y el individual, en el que cada uno esta transcurriendo con distinto grado de consciencia ese despertar incierto. Tal vez estamos tomando noción exacta de que la sociedad, el país, los proyectos personales, las aspiraciones de horizontes existenciales más alentadores, también se detuvieron, no corren mas o correrán distinto.
Desde una perspectiva mas mística , podríamos pensar que este es un proceso de reencarnación, por el cual todos estaríamos encerrados en un ciclo sin fin de muerte y renacimiento, a diario y mundial , con el único objetivo de que todos entendiéramos finalmente de verdad de qué va la cosa. Vaya prueba ! en algún punto la jodimos tanto pero tanto... que estamos atrapados sin salida. Solo queda pasar la prueba y aprender la lección.
Evocando todo esto me viene a la memoria Bill Murray en aquella emblemática película llamada El día de la Marmota o quizás la escucharon cómo Atrapados en el Tiempo. Una comedia excelente que dé paso se las recomiendo, véanla tiene muchos puntos de conexión con nuestras vidas actuales.
El protagonista esta inmerso en una situación de difícil resolución. Para los que la vieron. Se acuerda que en un momento Phill ya harto de la situación, va en búsqueda de la salida mas terrible y dramática. Se tira por un barranco. Nada. Se electrocuta en la bañera. No funciona. Salta desde el campanario de la iglesia. Pero no importa lo que haga, a la mañana siguiente estará ahí, despertando más sano que nunca. De ahí esa emblemática frase “Me he matado tantas veces que ya ni siquiera existo”.
Podemos concluir, en términos de moraleja y enseñanza, que la pesadilla termina, cuando muchos, muchos días después el protagonista, aprende a ser humilde, empático y comprensivo. Consiguiendo finalmente la redención y logrando romper el círculo vicioso que lo tenía atrapado. Y es cierto, preguntale a cualquiera que haya vivido una experiencia trascendental y lo más normal es que te diga que el peor día de su vida fue el catalizador para darle un giro a todo.
Al final del cuento todo tiene que ver con lo mismo, en la realidad o en el paralelismo con la ficción ¿Qué hacemos en este mundo? ¿Cuál es el sentido de la vida? O, para ser más exactos, ¿qué da sentido a la vida?. Lo peculiar de este momento es que todos estamos juntos y en masa atravesando lo mismo. Se trata simplemente de encontrar en todo esto un sentido, de pasar estos días lo mejor posible y de conectar con lo que somos y con lo que queremos. Quizás al final y pasado el tiempo descubramos que fuimos protagonistas de un tiempo hermoso.
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